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La felicidad y la salud mental

El pasado 20 de marzo se celebró por cuarta vez el día internacional de la felicidad, decretado por la ONU en 2012 para que los gobiernos contemplen dentro de su gestión a la felicidad.

Este planteamiento no es un capricho sino que parte de evidencia científica, ya que “El efecto de la felicidad en la salud” ha sido investigado ampliamente en diferentes países del mundo, y en personas de diferentes culturas y edades.

Una compilación de varios estudios fue realizada por los investigadores Ed Diener y Micalea Chan, de las Universidades de Illinois y Texas respectivamente. En ellos se evidencia que las personas pesimistas mueren primero que las optimistas, las más longevas son las menos depresivas, las que expresan sentimientos más positivos viven más.

Según los autores de esta compilación, los estados de ánimo positivos mejoran la función del sistema inmunológico, favorecen la recuperación cardíaca después de un esfuerzo y acelerarían la cicatrización.

Por su parte, el estudio “La felicidad y la percepción de salud” presentado en 2011 por el Instituto de la Felicidad de España y la Universidad Complutense de Madrid (UCM), muestra que una actitud positiva puede prevenir el desarrollo de enfermedades como insomnio, anorexia, colesterolemia (nivel alto de colesterol en la sangre), estrés y depresión.

Josep María Serra-Grabulosa, doctor y profesor del departamento de Psiquiatría y Psicobiología Clínica de la Universidad de Barcelona afirma que “ser más optimista afecta al sistema nervioso, neuroendocrino e inmunológico. Por esta razón, los que son más felices, en general, sufren menos alteraciones cardio y cerebrovasculares y, como su sistema inmune se refuerza, disminuyen las posibilidades de contraer enfermedades”.

Según la OMS, la depresión, sufrida por más de 350 millones de personas en el mundo, es la mayor causa entre personas mayores de 5 años. Se estima que los cuadros psiquiátricos y neurológicos van en aumento y podrían llegar a 15% de las enfermedades globales del mundo.

Para favorecer estados de felicidad y mentalidad optimista, y, como consecuencia favorecer estados de salud, estos son algunos hábitos y consideraciones a contemplar:

1. Saque sus emociones negativas, no se las guarde. En el momento apropiado y con la persona adecuada, manifieste sus emociones negativas. Esto reduce la intensidad de las mismas, las enfermedades y ayuda a encontrar más fácil acciones para mejorar.

2. Cuide la información que consume. Ya sea que, por causa de su trabajo, o por sus gustos, deba estar en contacto con información relacionada con “situaciones negativas”, busque también espacios y fuentes informativas que le den balance y le nutran para tener un enfoque positivo de la vida.

3. Trabaje en sus creencias limitantes. Ya sea en soledad o con apoyo de amigos o profesionales, cultive creencias y enfoques de la vida que lo lleven de la queja y la inacción, a la identificación de acciones y soluciones.

4. Cultive relaciones positivas. Procure compartir con personas positivas, que actúan, que contagian y que le suman a su vida.