El primer intento serio de agrupar los trastornos de la ansiedad en categorías específicas se lo debemos al médico neurólogo austriaco, Sigmund Freud.

Pero hoy día ha sido necesario modificar sus concepciones. Los progresos han sido notables, y no sólo por los avances farmacoterapéuticos, que a su vez han cambiado las ideas respecto de la clasificación y fisiopatología, sino que también por la introducción de nuevos fármacos que ha obligado a dar pruebas de seguridad y eficacia.

La medición de la mejoría clínica era difícil en pacientes que sufrían de algo vago, como el conflicto intrapsíquico de Freud. Y así surgieron escalas de evaluación, con síntomas más objetivos y definiciones más operacionales para los diversos síndromes.

Se ha llegado a aceptar que el concepto de neurosis, que implicaría la existencia de un conflicto psicológico inconsciente que lleva al uso inadecuado de mecanismos de defensa, es insuficiente para explicar la emergencia de la angustia patológica.

Por otra parte, reconocemos que en ella también participan mecanismos neurobiológicos que pueden ser modificados por los psicofármacos, sin rechazar que las intervenciones psicoterapéuticas pueden tener similares efectos que los tratamientos biológicos.

I Definición de Ansiedad

La ansiedad como síntoma puede cumplir una función similar a una señal de dolor corporal, ¿Qué sería de la medicina y la cirugía si no existiera ese aviso? La ansiedad cumple una función adaptativa, alertándonos respecto de diversos peligros, se trata de una emoción normal que proviene de diversos estímulos ambientales internos (corporales o psíquicos) y externos.

Será considerada patológica cuando es muy intensa o se prolonga mucho más que la causa desencadenante. Y también cuando surge sin razón aparente; bajo esas condiciones representa descontrol emocional y constituye un síntoma que pierde su función adaptativa, determinando un grado variable y a veces extremo de impedimento psíquico.

Los elementos cardinales de los trastornos por ansiedad están constituidos por los síntomas angustiosos y las conductas de evitación. Los primeros tienen un carácter desagradable, anticipación o presentimiento de peligro o riesgo. La evitación es un miedo “irracional” ante objetos o situaciones que no puede ser combatida por la “evaluación racional de su exageración”.

II Prevalencia de la Ansiedad

Las cifras sobre la prevalencia de los trastornos de la ansiedad son variables, según el estudio y lugar.

En Estados Unidos el Instituto Nacional de Salud Mental encontró que la patología más frecuente en adultos, en los 6 meses previos eran los trastornos por ansiedad (9,8%), seguido por alcoholismo y drogadicción (6,4%), depresión (6%) y esquizofrenia (1%).

La prevalencia a lo largo de la vida de los trastornos de ansiedad, incluyendo fobias, obsesión – compulsión y excluyendo las reacciones situacionales transitorias es de 13 a 15%, en tanto que las cifras a lo largo de la vida de todas las enfermedades mentales oscila entre 28 a 38%.

En Chile algunos estudios muestran la prevalencia en la vida de los trastornos psiquiátricos en mayores de 15 años en 36%, siendo lo más frecuente los cuadros angustiosos (19%), seguidos de los afectivos (16%) y alcoholismo y drogadicción (12%), (un enfermo puede tener más de un diagnóstico).

La fobia simple es el más común de los trastornos de ansiedad, en cambio el trastorno por ansiedad conocido como crisis de pánico es el que con más frecuencia obliga a buscar tratamiento. Los trastornos obsesivo – compulsivo y por ansiedad son más frecuentes entre los parientes de primer grado de las personas afectadas que entre la población general.

En general los trastornos de ansiedad son dos veces más frecuentes en las mujeres, pero es igual en ambos sexos en el caso específico del trastorno Obsesivo – Compulsivo.

En diversos estudios ha sido planteado que el alcoholismo tiene una comorbilidad significativa con los trastornos de ansiedad, alrededor del 20% y también que el 20% de los trastornos de ansiedad se asocian con la dependencia alcohólica. Además existe un número considerable de enfermos en que se superponen síntomas depresivos ansiosos.

A pesar de estas elevadas tasas y de las severas molestias ocasionadas por los cuadros ansiosos, menos del 25% de los Pacientes reciben tratamiento y la mayoría de las veces no son atendidos por psiquiatras.

Incluso, en aquellos enfermos categorizados como sufriendo de un Trastorno de Ansiedad Generalizado, solamente el 27% recibían ansiolíticos. Esto podría indicar que el alcohol y otras sustancias son empleadas para aliviar estas enfermedades y más aún cuando no parece que se utilizan técnicas psicoterapéuticas como tratamientos alternativos.

Desde la década pasada se ha iniciado la discusión y advertencia respecto del abuso de tranquilizantes y hay conciencia de la posibilidad que se desarrolle dependencia en especial después del empleo prolongado. Sabiendo que la automedicación es un problema, quizás más que por la dependencia y por sus efectos colaterales, sobre todo lo sería porque impide que la persona reciba un tratamiento correcto, por la errónea y mágica creencia de estar en un tratamiento.

III Clasificación de los trastornos de la Ansiedad

En el Manual de Diagnóstico de la Asociación Psiquiátrica Americana se incluyen siete categorías dentro del capítulo de los Trastornos de Ansiedad.

  1. Trastorno por Ansiedad (y que de ahora en adelante denominaremos de Trastorno de Pánico) con o sin agorafobia.
  2. Agorafobia sin Trastorno de Pánico.
  3. Fobia Social.
  4. Fobia Simple.
  5. Trastorno Obsesivo – Compulsivo.
  6. Trastorno por Estrés Postraumático.
  7. Trastorno por Ansiedad Generalizada.

En el Trastorno de Pánico y de ansiedad generalizada, la ansiedad es el síntoma predominante mientras que la conducta de evitación casi siempre aparece en el trastorno de pánico con agorafobia. En las fobias la ansiedad aparece cuando la persona enfrenta e intenta resistir las obsesiones y conductas compulsivas.

La evitación casi siempre está presente en las fobias y con frecuencia en el trastorno obsesivo – compulsivo. La inclusión del trastorno por estrés postraumático sería discutible ya que el principal síntoma es la reexperiencia del trauma y no la ansiedad o la conducta evitativa, pero es necesario reconocer que son muy frecuentes ambos síntomas.